Miércoles 17 de junio por la noche. Después de hablar la tarde anterior con Rodrigo, espero para hablar con Samuel cuando acabe la clase de la noche. Él siempre es mi última “esperanza”. Siempre claro y realista me confirma la noticia. Nuestra Mónica se va…llego a casa y todos están ya dormidos,… y he de reconocer que me puse a llorar y no solo un poco sino mucho, fue una manera de soltar, de despedirme de ti, de saber que no te veré más, que ya no veré más esa sonrisa infinita, esa alegría. Esa esterilla vacía, que nunca se volverá a ocupar. Tú siempre dispuesta para todo y para todos, lo que hiciera falta, allí estabas e ibas tú. ¿Quién me va a “robar” las mandarinas ahora?
Pasan los días y en uno de ellos te despedimos en clase, con tu familia de Fuerteyoga (en el proyecto Yoguinmune en el cual nos conocimos y empezamos juntos). Ese lunes todos en círculos cogidos de la mano queda para nosotros, inolvidable la energía de ese círculo de toda la gente que te quería, de las emociones, de los sentimientos, hasta Carmenza hablo.
En fin…jueves 25 por la tarde es cuando te vas y nos deja los corazones llenos con todo lo que transmitías. Mereció la alegría habernos conocido, haber coincido y haber disfrutado de todo lo que hemos disfrutado juntos. De muchas risas con todas las chicas y mil anécdotas contigo. No solo hablo en mi nombre sino también el de Samu, Rocío, Angy, Nati, Soni y todas tus compañeras.
Que sepas Moni, que eres Grande, que dejaste una esterilla vacía pero muchos corazones llenos.
Namasté Chica de las mandarinas.
Jesús Medina